En septiembre el mundo de la computación perdió a uno de sus grandes pioneros Sir Clive Sinclair. A pesar de que los obituarios en el Reino Unido se enfocaron en sus logros menores, muchos británicos de mi generación recordaremos a Sinclair por algo heroico: nos hizo dar cuenta de que la computación es para todos. Los computadores de Sinclair sacaron el mundo digital de la academia y la banca para llevarlo a los hogares, al alcance de las personas del común. Es difícil expresar el impacto que esto tuvo en las vidas y en las carreras de muchas personas de mi generación.
Sin embargo, Sir Clive terminó muy decepcionado porque sus innovaciones para llevar computación accesible a los hogares se usaron principalmente como consolas de juegos en vez de instrumentos para la mente. Aunque si uno tiene un coeficiente intelectual como el de él, seguramente se acostumbra a que los demás lo decepcionen.
Hace un par de semanas, se celebró el trigésimo aniversario de Linux (agradezco a #Aisling Connolly por compartir conmigo el anuncio original). Entonces Linus Torvalds lo presentó modestamente diciendo que “probablemente nunca sería compatible” con sistemas diferentes a IBM PC/AT.
Y cuando apareció el primer teléfono móvil, nadie predijo la aceptación que tendría o el poco tiempo que el dispositivo se utilizaría realmente como “teléfono”.
Los códigos QR se diseñaron para ayudar a las fábricas a hacer monitoreo de sus materias primas a lo largo de la cadena de suministro, no para permitir que millones de personas compraran mercado, entraran al cinema o tomaran vuelos cada semana.
Parece que lo que realmente impulsa el uso no es la intención sino la utilidad. Si un dispositivo tiene las características adecuadas y suficientes usuarios, el público dictará qué hacer con el dispositivo, a pesar de lo que el inventor piense. Los teléfonos móviles son dispositivos poderosos de computación que se despliegan en cantidades asombrosas. ¿A quién le importa si pueden hacer o recibir llamadas?
Traigo a colación este ejemplo porque desde mi pequeño segmento de la industria tecnológica: dispositivos de pago, estamos pasando por el mismo cambio en estos momentos. Sí, los terminales de pago se diseñaron para permitir pagos con tarjetas de forma segura aunque un poco prolongada. Pero en un momento en el que la forma en que pagamos se ha diversificado, este tal vez no sea su principal uso en el futuro.
Al igual que los teléfonos móviles, un terminal de pago moderno es un computador de gran potencia. A diferencia de un teléfono móvil, un terminal de pago también es:
- Un dispositivo de cómputo que se ha generalizado y ahora se encuentra en cualquier tienda minorista, bar, restaurante o café del planeta. Si los terminales de pago fueran personas, serían una de las 15 naciones más grandes del mundo.
- Razonablemente robustos.
- De un costo relativamente bajo.
- Diseñados para durar por varios años.
- Suelen incluir una impresora al igual que una pantalla y conexión en línea.
El gran catalizador ha sido Android. Hasta hace poco, para garantizar la seguridad, la mayoría de los terminales estaban patentados para dificultar que los desarrolladores de productos comunes los consideraran. Android cambió todo y democratizó el acceso. Por supuesto, el acceso tiene que ser controlado y gestionado cuidadosamente, pero aún hay mucho espacio para la innovación. Según OS Today (que cita información de Evans Data), en la actualidad hay 5.9 millones de desarrolladores de Android en todo el mundo. Casi seis millones de mentes brillantes que inventan formas ingeniosas de hacer que la tecnología trabaje para nosotros. Incluso Sir Clive Sinclair hubiera luchado para competir con ellos.
Y vaya que son mentes muy brillantes. Estos son algunos casos de uso innovadores que nuestros aliados alrededor del mundo han encontrado en nuestros dispositivos de pago en meses recientes. Están bastante lejos de la simple aceptación de pagos con tarjeta:
- En Australia, nuestros terminales de pago se usan para gestionar pruebas de COVID. Los dispositivos tienen la potencia para monitorear al paciente, escanear un código, imprimir una etiqueta, y asegurarse de que los resultados de las pruebas se asocien a las personas correctas y se envíen a los hospitales. Esto podría hacerse con un teléfono móvil, una impresora y otros dispositivos, pero los terminales son baratos, robustos y fáciles de llevar y utilizar. Además, son fáciles de integrar.
- En Kenia, nuestros terminales de pago se están usando para que los tenderos en los pueblos presten servicios bancarios a las poblaciones locales. Equity Bank les permite a los tenderos convertirse en representantes y les proporciona terminales con los que se pueden realizar depósitos y pagos en efectivo con el fin de fomentar la inclusión financiera entre las personas de más escasos recursos y trabajadores en las zonas más remotas.
- En 6 países de África, Finca utiliza terminales para proporcionar servicios de microfinanzas a quienes no podían acceder a servicios bancarios para que todos puedan hacer ahorros seguros.
- Y en Europa, muchas startups empiezan a ver que millones de comercios pequeños pueden ser canales de ventas gigantes para sus nuevos servicios. Desde las loterías y los juegos hasta los servicios financieros y las remesas, todos se preguntan lo mismo: ¿por qué tener cinco o diez filiales cuando podría tener un millón o más?
Con las cosas así, este es el desafío:
Existen cerca de cien millones de terminales en puntos de ventas en todo el mundo, todos ubicados en sitios en los que se ha creado una relación de confianza entre el comprador y el vendedor. Cada vez más serán dispositivos de cómputo Android potentes y siempre conectados.
Es una oportunidad gigante. ¿Qué podemos inventar juntos para hacer grandes cosas por todos?
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